ESPAÑA TIERRA DE MARÍA

ESPAÑA TIERRA DE MARÍA

sábado, 28 de abril de 2018

PARA VIVIR CON FE LA EUCARISTÍA (I)
Silencio
  •   El silencio es un poder. Sin él es muy difícil escuchar. Nuestras eucaristías son deficitarias en silencio. Parece como si nos violentásemos por el simple hecho de estar unos segundos sin decir nada.
  • El silencio es el ruido de la oración.
  • El silencio, después de la homilía, es interpelación.
  • El silencio, después de la comunión, es gratitud al Dios por tanto que nos ha dado.
  • En el silencio se llena todo de nuestras intenciones personales, peticiones o deseos.
  • La música o el canto, los símbolos y otras cosas secundarias, nunca pueden ser una especie de tapagujeros que hagan más “digerible” la eucaristía. El silencio no es ausencia de…., es cultivar un lugar para que Dios nazca o hable.

Contemplación

     La Eucaristía se hace más sabrosa cuando se la contempla. En el horizonte inmenso todo parece igual, pero cuando los ojos quedan fijos en él, surgen detalles que a simple vista parecían no existir.
     Con la Eucaristía ocurre lo mismo. Es un paisaje que puede parecer todos los días igual. Sentarse, relajarse, olvidarse de lo que rodea lleva al alma contemplativa, a la persona contemplativa a vivir una serie de sensaciones que es la presencia escondida de Dios.

     Yendo ellos de camino, entró en un pueblo; y una mujer, llamada Marta, lo recibió en su casa. Tenía ella una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra, mientras Marta estaba atareada en muchos quehaceres. Acercándose dijo: “Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola en el trabajo? Dile que me ayude”. Le respondió el Señor: “Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la parte buena, que no le será quitada”. (Lucas 10, 38-42).

Oración

    La oración y la eucaristía van de la mano como la cerradura se acciona con la llave. La eucaristía, el diálogo con Jesús se hace más fecundo después de haber escuchado la Palabra de Dios. Para que la Eucaristía resulte vibrante, no es cuestión de recurrir a la ayuda puntual del ritmo maraquero o guitarrero. En el diálogo de las personas está el crecimiento personal y comunitario. En la oración reside uno de los potenciales más grandes para entender, comprender y vivir intensamente la Eucaristía.


     Cuando oréis, no seáis como los hipócritas que son amigos de rezar de pie en las sinagogas y en las esquinas, para exhibirse ante la gente. Ya han cobrado su paga, os lo aseguro. Tú, en cambio, cuando quieras rezar, echa la llave y rézale a tu Padre que está ahí en lo escondido; Tu Padre que ve lo escondido te recompensará” (Mt. 6, 5-6).

Javier Leoz

domingo, 22 de abril de 2018

Voy a comulgar…
 El sacerdote ha pronunciado las palabras terribles, que la piedad carnal llama consoladoras: "Señor, yo no soy digno...". Jesús va a llegar, y debo prepararme para recibirlo, y no tengo más que un minuto... dentro de un minuto Él estará en mi morada.
     Yo no recuerdo haber barrido esta casa, donde Él va a entrar como un rey o "como un ladrón"; pues no sé qué pensar de esta visita. ¿He limpiado siquiera alguna vez mi morada de impudicia y de carne?
     La miro, con una pobre mirada de espanto, y la veo llena de polvo y basuras. En toda ella hay un olor a putrefacción y a inmundicia. No me atrevo a examinar sus rincones. En los sitios menos oscuros, advierto manchas horribles, antiguas y recientes, que me recuerdan que he masacrado a inocentes, -¡a cuántos inocentes y con qué crueldad!-
     Las paredes están cubiertas de podredumbre y su fría humedad me hacen pensar en las lágrimas de tantos desdichados que me han implorado en vano, ayer, anteayer, hace diez, veinte, cuarenta años... Pero ¡qué!... Allá, delante de esa puerta descolorida, ¿qué monstruo es ese, que no había visto antes, y que se parece a uno que a veces entreveo en el espejo?...
     ¡Ah, verdaderamente es necesario ser Dios para entrar sin temor a semejante casa!
    ¡Y Él ya está llegando! ¿Cuál será mi actitud, qué voy a decir, qué voy a hacer? Absolutamente nada.
     Antes de que El haya transpuesto el umbral, yo no estaré ya ahí, habré desaparecido, no sé cómo, pero estaré infinitamente lejos, entre las imágenes de las criaturas. El entrará solo, y limpiará Él mismo la casa, ayudado por su Madre, cuyo esclavo pretendo ser, y que en realidad es mi humilde sierva. Cuando Ellos hayan partido, el Uno y la Otra, para visitar otras cavernas, yo regresaré y traeré otras inmundicias…

                                                                      LÉON BLOY  (1912 - FRAGMENTO DE SU DIARIO)